lunes, 28 de febrero de 2011

Cuento MANIFIESTO EN ESTADO VEGETAL


La ventana de mi cuarto está, como todas las tardes, recibiendo la luz del sol estival; muy pronto se habrá posado sobre la superficie del jarrón que adorna este cuarto, por cuyo ancho cuello se despliega un ramo de flores artificiales. La tierra, como planeta obediente, permite que estas flores, cada cual a su tiempo, reciban ese beso efímero llegado desde el cielo, intentando darle vida a cada uno de sus pétalos muertos; y veo en este único acto de amor florecer la vida en un instante; y cuando en ese paso fugaz el sol salta hasta la superficie suave de mi amigo jarrón, su reflejo da un brinco hasta bañar la intensidad de mis ojos, que se han quedado abiertos para siempre desde el accidente, les oigo decir a quienes están al cuidado de este cuerpo inerte. Y comprendo y saludo desde mi interior a ese rayo de luz que llega sigiloso hasta mi boca mustia, que recorre mi frente en su rutinario reflejo asomado a mis ojos, sin ser capaz de vencer sus párpados definitivamente abiertos. Comprendo y amo a este bello jarrón porque es quien en todo momento está al cuidado de mi cuerpo que respira artificialmente y que tal vez aún mantiene dentro de sí, atrapada, con una red de finísimos hilos, a mi alma que clama por encontrar la paz en el momento del latido final, llegando a convertirnos en un binomio inseparable; él es quien me comunica la presencia o ausencia de la luz en cada tarde cuando en su voluminosa superficie apenas puedo distinguir el débil y fugaz reflejo de la vida que ronda allá afuera.
No sé si este estado vegetal se parecerá a tantos otros que se difunden por el mundo; no sé si esto de darme cuenta del drama que me envuelve, de comprender mi futuro incierto, sujeto a una desconexión que ronda minuto a minuto mi destino, o si llegará ese momento de ser capaz de mover alguna de mis manos que me permitan conseguir por ellos este tan anhelado desenlace; si mi boca será capaz de musitar, aunque sea bajito las palabras: “HÁGANLO POR FAVOR”; no sé si alguna vez podré cerrar mis párpados para evidenciar que aún vivo, que jamás he dejado de existir…de existir…existir.

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